Un fantasma recorre Europa: el fantasma del fascismo. La deriva cínica y autoritaria de la (des)Unión Europea, el recorte constante de los derechos humanos más elementales, la multiplicación de legislaciones represivas basadas en el derecho penal del enemigo y la catarata de detenciones, diligencias, procesos y sentencias judiciales por enaltecimiento del terrorismo, demagogias y ataques, prohibiciones, censuras o autocensuras varias de la libertad de expresión certifican que el fascismo está volviendo a sus mejores momentos:
Ciudadanos pide la prohibición de Def con Dos en Valladolid.Y todo al tiempo que sus ejecutores locales forman parte, al parecer, de una "organización criminal" -traducido en neolengua como "conspiración total"- cuyo delito no es precisamente formatear 35 veces los discos duros del contable. Nada nuevo bajo el cara al sol de un país donde la connivencia público-privada y la socialización de sus disparates se ha convertido en una tradición con solera -en la que la delincuencia organizada se ha manejado con soltura e impunidad. La vivienda, sin ir más lejos, sigue siendo, a pesar y por encima de todo, un producto especulativo al que se le niega la solución que requiere: ser un derecho. Sin embargo, más al norte, donde corrupción, saqueo y mamoneo son conceptos de escaso uso, un pequeño país escandinavo ha sufrido una asombrosa transformación a cuenta de los refugiados, la austeridad y la política de la necesidad, alimentando el populismo xenófobo, paso previo al fascismo puro y duro. "Dinamarca, que ha pasado de ser un estado de bienestar a ser el malvado tonto del pueblo de Europa. Tienen razón. Dinamarca se ha convertido en un país embrutecido cuyo corazón está rodeado de alambre de espino":
Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid, es juzgada, como en Irán o en Arabia Saudí, en un juicio de carácter moral y religioso, por una protesta estudiantil (cargada de razón, por otra parte) en la Universidad. Y, mientras, la Iglesia católica en España se apropia de miles de propiedades inmuebles, e incluso de espacios públicos, plazas y calles, sin que a nadie parezca importarle un comino.
Guillermo Zapata será juzgado de nuevo por reflexionar sobre la naturaleza de los chistes de mal gusto y el humor negro. Ni el juez cree en el delito, pero se ve obligado por otros jueces del PP a continuar una causa esencialmente política. [...]
Facebook y Twiter se han convertido en territorio de caza.
La protesta ha quedado proscrita.
Ser un trabajador en paro resulta sospechoso de por sí.
Ser extranjero y del piel oscura es aún más sospechoso (de por sí).
Conozco escritores, gentes de teatro y animadores culturales que se autocensuran, desde hace tiempo, no tanto por afán de medro (que también), sino por miedo. Hace poco, escuché en un círculo supuestamente abierto y crítico que había que despolitizar la escritura y la cultura en general; que arte y literatura no es política. [...]
En TVE a los periodistas rebeldes, a los que aún les queda algo de la dignidad que se supone a su profesión, se les compara con ETA (una vez más). El consenso mediático hermana a El País, El Mundo, el ABC y La Razón. El afán de control mental y social iguala a PP, C’s, PSOE, ERC, PNV y CDC. [...]
A otro nivel, pero el mismo nivel, al fin y al cabo, hace unos días, conocí directamente el caso de unos supuestos asesores especializados en relaciones y conductas sexuales que aconsejaban a los maestros de un colegio de educación especial que no mostrasen sus afectos físicamente hacia sus alumnos mediante abrazos y caricias por miedo a ser denunciados como acosadores. Y nos extrañamos luego de que las conductas psicópatas, tanto individuales, como colectivas, se extiendan como la pólvora a nuestro alrededor.
Los sentimientos han quedado proscritos.
La Escuela, en general, debe ser una fábrica de seres seriados, sumisos, dispuestos a la explotación, preparados y capaces para la eterna competición, pero indiferentes a todo y a todos los demás (Juan Antonio Marina, LOMCE et alia, dixerunt).
Es el miedo y la fría mecánica del consentimiento por doquier. El miedo a expresarse, a ser libre y a ejercer la libertad. Un miedo que se extiende y nos impregna. Que finalmente deviene silencio mortal. [...]
Y nuestros “comunicadores” hozando en su particular lodazal, pugnando por salir en cuantos más medios mejor y en cuantas más tertulias mejor (alucino con el don de la ubicuidad de algunos de ellos, y el de la vacuidad de todos ellos), compitiendo por ver quién es el que más habla sin decir ni comprometerse a nada (el “grado cero” de la significación, para los que lo dudaban, era esto, ni más ni menos). Y nuestros novelistas, dramaturgos, poetas, músicos, artistas, ¿qué hacen? Pues, salvo excepciones, miran a otro lado o tratan los temas con tal nivel de generalidad y de abstracción que sus palabras lo mismo valen para un sí como para un no; o para condenar el capitalismo, así, en esencia, como quien condena el pecado o el mal en el mundo (a ver si con su toma de posición, clara y diáfana, nombrando al medio con el que colaboran, la editorial con la que publican o a la corporación en la que se apoyan, van a perder su pequeñita cuota de mercado).
Es el fascismo, que, como se ha anunciado ya, como lo han anunciado otros antes que yo, ya está aquí… Un fascismo nuevo, quizás, en las formas: subrepticio y difuso, unas veces, chirriante y escandaloso, otras; pero, en realidad, antiguo en sus causas y en sus consecuencias terroríficas y deshumanizadoras. Avisados llevamos hace tiempo y avisados quedamos.
Si preguntas al Gobierno y a los partidos que lo sustentan por qué hay protestas contra la Ley de Extranjería L87, aprobada por mayoría en el Parlamento danés, la respuesta va a ser que los enfadados son una banda de ignorantes totales, unos ingenuos en el mejor de los casos, unos insensatos socavadores conscientes de la sociedad, en el peor, que quieren abrir las puertas de Dinamarca a una invasión de hordas de refugiados incapaces de integrarse. [...]Gracias a la sección de Derechos Humanos en eldiario.es -Desalambre- conocemos en detalle casos como los que recoge el #Informe2016 de Amnistía Internacional. Un resumen del año 2015 en imágenes ilustra como no sólo peligran nuestros derechos, sino también las leyes y el sistema que los protegen: "Una crisis de refugiados sin precedentes. Atrocidades conocidas, como las cometidas en Siria, y otras más invisibilizadas, como las que han tenido lugar en Yemen o Burundi. Cifras que avergüenzan y asustan: todavía 122 Estados ejercen la tortura y los malos tratos, al menos 30 obligaron ilegalmente a personas refugiadas a retornar a países donde corrían peligro, y en 36 los grupos armados cometieron abusos". Más pasos hacia el fascismo global de la mano del totalitarismo de la mercancía y la dictadura financiera. Todo cuando las perspectivas económicas no parecen muy halagüeñas, por los efectos o la aparición de diferentes borrascas que seguirán exacerbando las desigualdades sociales y, a la postre, la caída al abismo y la barbarie.
Mirad, ahí llegan tirando de sus maletas llenas de diamantes. No son refugiados. Son contrabandistas de diamantes. Ésa es la consideración que merecen los inmigrantes para el ministro de Justicia. [...]
Pese a que la parte de la ley L87 que trata de la confiscación de joyas y otros objetos de valor se ha suavizado y ya no se aplica a los anillos de casado, que de todas formas no lleva ningún refugiado musulmán, el objetivo sigue siendo tristemente nítido. Para conservar una joya debes demostrar que tiene valor afectivo para ti. La acusación apenas disimulada es que no mereces el estatuto de refugiado que estás pidiendo.
"Tratamos a los refugiados tan mal como a nuestros receptores de ayudas sociales", se defiende el gobierno. No hacemos ninguna distinción entre nuestros marginados y esa morralla de Oriente Próximo. Todos deben captar que los consideramos igual de democráticamente una mierda. Nos limpiamos el culo con vuestros supuestos valores humanos, ése es el mensaje lanzado tanto a los receptores de ayudas sociales como a los refugiados.
Sí que hay una pequeña diferencia: los receptores de ayudas sociales no han visto sus casas bombardeadas ni los brazos y piernas arrancados de sus familiares esparcidos por el patio de su casa. Tampoco los cachean cuando van a la oficina de servicios sociales. [...]
No todos los habitantes de Dinamarca son como nuestros políticos. Nos han educado como a ciudadanos de una sociedad democrática, y por eso muchos de nosotros sabemos que pertenecemos a una comunidad que va más allá de nuestras fronteras nacionales.
Vivimos en el continente de la solidaridad, de la compasión y de los derechos humanos, y sabemos que nadie puede evadir su responsabilidad global. Pero nuestro gran problema es qué pocos partidos políticos nos lo recuerdan.
Los extremistas vociferan sus mensajes. Los representantes de la cordura balbucean o se callan. El centro político burgués honrado vive un exilio interior, los socialdemócratas están moralmente hundidos. El término crisis es demasiado amplio y sugerente para describir la situación del antiguo partido de los trabajadores. La palabra agonía no es suficiente. Rigor mortis le va mejor.
No tenemos una crisis de refugiados. Tenemos una crisis política, y no se debe a la impotencia, sino a la escasa voluntad de Europa de distribuir las responsabilidades ante los flujos de refugiados. Si los 28 países miembros de la Unión Europea, en vez de emplear tanta energía en el Pacto de Estabilidad, la emplearan en un Pacto para las Personas, podríamos absorber uno o dos millones de refugiados al año, y la población del continente no crecería más de un uno o dos por cien.
Hemos llegado al meollo del problema: el destructivo conflicto interno entre el Pacto para las Personas y el Pacto de Estabilidad.
Cuando en 2008 estalló la crisis financiera, se impuso aquella escandalosa mentira de que la crisis se debía a los gastos excesivos de los estados, y no a un mercado financiero irresponsable, y por eso los pobres del continente han tenido que pagar la crisis originada por los bancos con una masacre en servicios sociales. En inglés lo llaman austerity; en danés, "política de la necesidad", pero, se le llame como se le llame a esa estrategia neoliberal, es la guerra de los ricos contra los pobres, y, por desgracia, esa guerra ha convertido la Unión Europea en herramienta de esa política.
La política de la necesidad es el mejor caldo de cultivo del populismo de derechas. Existe una especie de alianza diabólica entre el neoliberalismo y el populismo. En lugar de rebelarse contra los acosadores de los centros financieros, las nuevas subclases nacionales se unen a la extrema derecha, que las anima a que se rebelen contra la subclase global, compuesta de inmigrantes y refugiados. [...]
¿No es ésa la pregunta que deberíamos hacernos sin compasión ante el espejo? A saber, ¿y si fuera yo quien lo ha perdido todo?
¿O es que el abismo que nos separa de los refugiados es tan insuperable que ya no es necesario ni hacernos la pregunta, porque no son personas como nosotros?
Si queremos decir algo con la palabra democracia, no es sólo que pensamos, sentimos o creemos, sino que sabemos que son más los parecidos entre las personas que sus diferencias.
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