papeles de subinformación

jueves, 28 de marzo de 2013

#GameOver


Una mascota para los Juego Cleptocráticos del régimen

El juego ha terminado. Cuando se apela a la fantasmagoría clásica y rancia -léase ETA- de la caspa oligárquica, la cleptocracia asume su derrota. Como poco, moral. Porque, si la culpa de todo la tiene Yoko Ono, la viudísima de John Lennon es ETA. Que no te lientodo es ETA, excepto el (des)gobierno, el Partido Único y, ere que ere, el resto de los testaferros del sistema corrupto. Además, lo afirma esa gente de bien, responsable y de orden, que utiliza -en su línea habitual- a las víctimas del terrorismo (alguna asociación ha dicho basta) como ejército de reserva en su cruzada de la demagogia.


Este linchamiento mediático a la PAH por su campaña de escrache -cuando la auténtica coacción la ejerce día a día el sistema con su violencia estructural (desahucios, despidos, precariedad, exclusión social, miedo y represión)- confirma que los voceros del régimen "han perdido la batalla de las ideas y han iniciado la guerra de las mentiras". Se defienden como gato panza arriba cuando saben que están cerca de perder su tren de vida y sus privilegios:
Vosotros se lo estáis quitando todo. Vosotros sois los responsables de lo que os pase. Os lo merecéis. Vosotros no sois las víctimas, sois los culpables, sois la causa de los escraches que estáis padeciendo. Vosotros sois el escrache de este país. Le habéis hecho un escrache a esta democracia hasta obligarla a huir por patas. Nos habéis hecho escraches cada vez que nos reuníamos en las plazas y en las calles. Le habéis hecho decenas, cientos de  escraches a los ciudadanos a golpe de porra, recorte, insulto y decretazo. [Escrache, por Javier Gallego]
Éramos tan monos, tan simpáticos cuando recibíamos los palos de la policía levantando las manos, sentados en las plazas. Éramos tan comprensibles cuando todo lo que oponíamos a su violencia, su puñetera violencia económica, cotidiana y bestial, era nuestra presencia en silencio, que ahora que sencillamente nos acercamos a decirles 'No permitiremos que usted siga condenándonos', ahora ese gesto básico les parece un acto poco menos que terrorista. Kale borroka, dicen; acoso fascista, dicen; hay que ver los pobres hijos del ministro, dicen los que no dijeron nada con los miles y miles de pobres hijos que empezaron hace meses su deambular por casas de abuelos, de amigos, de prestado, casas ocupadas, patadas a las puertas, viajes inciertos. Esos miles, quizás cientos de miles de hijos no han merecido palabra de los que ahora denuncian acoso, violencia, qué horror. [Escrache de trabajo, casa y cena, por Cristina Fallarás]


Y, como respuesta, en vez de atender a las demandas ciudadanas -un millón y medio de firmas-, anuncian el incremento de medidas policiales, que incluyan identificaciones y detenciones de los que participen en los escraches. Pero esto es lo que sucedió verdaderamente en Valencia frente a la campaña de difamación en la que vienen insistiendo la última semana:


Y ésta es la realidad de la verdadera coacción armada para los centenares de miles de desahucios que se han producido en este país, mientras los charlatanes, pesebreros y demás lacayos del totalitarismo financiero y sus mamandurrias miraban para otro lado:


Aclarando conceptos, desmontando mentiras. Pero, ¿qué es un escrache? [Elogio del escrache, por Guillermo Zapata]:
Digámoslo claro. Los escraches se sostienen no solo por la indiferencia absolutamente criminal del gobierno ante el problema de la vivienda, sino por miles de desahucios parados, movilizaciones intensísimas, ocupaciones de viviendas, ocupaciones de oficinas bancarias, negociación, diálogo y apertura. Hay escraches y tienen legitimidad porque hay un movimiento que les da sentido. Los relatos paranoicos en torno a acciones descontroladas son intencionados y ridículos. 
Nada hay más organizado que un escrache. Nadie es más consciente de los límites que no se traspasan que las personas que participan, precisamente porque han adquirido un consenso de los que sí se van a traspasar. El límite que se traspasa es que “lo público y lo privado” no son esferas separadas, sino relacionadas. Por eso se va a la puerta de la casa. Por eso no se pasa de la puerta. Todos esos detalles simbólicos constituyen la legitimidad y la ética de una práctica. Compararla con cualquier desahucio revela lo evidente: en un desahucio el límite público-privado es precisamente lo que se violenta hasta el final y por la vía de la fuerza. 
Pero hay algo mucho, muchísimo más importante en un escrache. Algo que ningún político ve porque solo son capaces de mirarse a sí mismos: Un escrache es una acción en el que las personas afectadas se organizan, se visibilizan y se sienten arropadas y acompañadas por otras personas. Los escraches son también la expresión de un afecto, de un grupo que se cuida y se acompaña. Son un mecanismo contra la individualidad. Es decir, son un mecanismo contra la desesperación. Son nuestro ir a Papandreu y echarle del restaurante. Pero además lo es sostenido por un espacio político organizado. No son un grito, una persecución o una torta en medio de la calle fruto de la rabia. Al contrario, gobiernan la rabia y la convierten en potencia. Son una expresión (una más) de que el poder de los de abajo se construye en común y que los de arriba son un desgraciado accidente en el camino de ese poder, de esa fuerza colectiva. Los escraches son la catarsis de una angustia en el mejor sentido. Son mecanismos para que las personas desahuciadas no sean víctimas, sino sujetos. 
Es decir, son democracia.

A la espera de la decisión final...

El juego ha acabado. La crisis es el capitalismo. Y sus sicarios están en las principales instituciones. Sus augures no dejan de prever crecimiento, pero, como en el día de la marmota, siempre lo dejan para el año siguiente, ese que nunca llega: la OCDE considera que las reformas estructurales realizadas en países como España, Italia, Grecia e Irlanda ofrecen "una base sólida" para una recuperación de la competitividad y el incremento del empleo cuando se produzca una recuperación de la demanda (sic). Previendo una recuperación que nunca llegará. Los ejemplos de incompetencia, parasitismo y esperpento aparecen por horas. Con una deuda impagable, una descomunal bola que se incrementa por minutos. Pero sus consecuencias son cada vez más graves, como demuestran las amenazas de los burócratas de la EuroEstafa: como el experimento chipriota, la confiscación general de toda liquidez disponible en particulares para rescatar la patraña financiera y sus intereses corporativos. El corralito, a la vuelta de la esquina:


Salud, lucha y ventura.

sábado, 23 de marzo de 2013

escrache al sistema


De deudas y rescates salvajes

Frente a la realidad de la violencia estructural -vía deuda, rescate, recortes, censura, represión...-, la confiscación general del patrimonio común e individual y la consecuente autodefensa ciudadana, la cleptocracia se escuda en la retórica victimista y en un cinismo que supera todo límite moral. Por eso, como acertadamente apunta Guillem Martínez, ante la coacción financiera -y el de su brazo político en el régimen- el escrache se postula como un derecho donde no lo hay. Y ahí van más argumentos del por qué es válida ésta y otras formas de desobediencia civil, en boca de Arcadi Oliveres:


Porque todavía tenemos muy fresca en la memoria las palabras del damnificado camarada Pons -el de los tres millones y medio de empleos-, animando a la rebelión ciudadana:


Un inmenso hedor a podredumbre anega el sistema y su plan quinquenal de la crisis para la desarticulación de toda conquista social no cesa. Los sobre-cogidos se van de vacaciones tan ricamente, mientras el horizonte de futuro colectivo conduce a una legión de desharrapados Todo eso y mucho más; sin embargo, aquí no pasa nada, hasta que pase.


Lucha, desobediencia y construcción alternativa desde abajo, como únicas salidas -exceptuando Barajas- a tanta chapuza, impunidad, calumnia, a la foto fija de la España piramidal:
El hombre cansado preside España. Quizás añore el pasado no vivido de gris subsecretario. El hombre cansado juega a ser el hombre cansado, plano y fútil. Se trabaja la imagen de prócer por accidente. Porque sabe que se desmorona el castillo de naipes. Y se va a llevar las hostias. Es posible que el hombre cansado se salve, que su fiesta de la democracia le de el relevo y todo parezca de nuevo a estrenar, que todo vuelva a cambiar para quedarse igual. Que vuelva a olvidarse que esto es la España Piramidal, una estafa piramidal. [versión edición impresa]

jueves, 21 de marzo de 2013

plan quinquenal con gaseosa



Parece claro que los experimentos, mucho mejor con gaseosa. El fracaso de los burócratas de la EuroEstafa -en esa quedada de amiguetes tan poco democrática en la que se ha convertido el EuroGrupo, cada vez más similar a una reunión del hampa- se desvela con el último, incompetente y transformista chantaje al que se quiere someter al pueblo de Chipre. El plan quinquenal de la crisis sigue dando sus frutos verdes, y demuestra el talante -y el talento- servil al espectro de los mercados, a esta economía zombi que está produciendo un genocidio financiero en toda regla. En su huida hacia adelante, nos roban a la cara, en un atraco a la troika: el juguete capitalista está roto, pero sus testaferros siguen con las chapuzas.


Ayer huían por la ventana de la protesta de los atracados por las preferentes, hoy se ha detenido a treinta personas por ocupar pacíficamente la sede del banco del terror -mientras crece el victimismo de la cleptocracia por el escrache para conseguir el voto favorable a la ILP de la PAH- y mañana no podrá hablarse de corrupción. Censura, represión, estado policial. El recurso del miedo, las migajas del totalitarismo mercantilista y caníbal en su derrumbe.



P.D.: y a pesar de todo ello, eppur si muove (la presión social paraliza un desahucio en Logroño y demuestra que la lucha es el único camino)

sábado, 16 de marzo de 2013

crédito a muerte



"Ha surgido, sin embargo, una crítica del capitalismo contemporáneo muy diferente de las evocadas hasta ahora. Una crítica que se pregunta: ¿y si la financiarización, lejos de haber arruinado la economía real, la hubiese, por el contrario, ayudado a sobrevivir más allá de su fecha de caducidad? ¿Y si le hubiese insuflado aliento a un cuerpo moribundo? ¿Por qué estamos tan seguros de que el capitalismo haya de escapar al ciclo de nacimiento, el crecimiento y la muerte? ¿No podría ser que contenga unos límites 'intrínsecos' de su desarrollo, unos límites que no residen solamente en la existencia de un enemigo declarado (el proletariado, los pueblos oprimidos) ni en el simple agotamiento de los recursos naturales?

Durante la crisis, se puso de nuevo de moda citar a Marx. Pero el pensador alemán no habló sólo de lucha de clases. Previó igualmente la posibilidad de que un día la máquina capitalista se detuviera por sí sola, de que su dinámica se agotase. ¿Por qué? La producción capitalista de mercancías contiene, desde el inicio, una contradicción interna, una verdadera bomba de relojería colocada en sus mismos fundamentos. No se puede hacer fructificar el capital ni, por tanto, acumularlo, si no es explotando la fuerza de trabajo. Pero el trabajador, para que pueda generar beneficios para quien lo emplea, debe estar equipado con los instrumentos necesarios, y hoy en día con tecnologías punteras. De ahí resulta una carrera continua, dictada por la competencia, por el empleo de las tecnologías. En cada ocasión particular, el primer empleador que recurre a una nueva tecnología sale ganando, ya que sus obreros producen más que los que no disponen de esas herramientas. Pero el sistema entero sale perdiendo, dado que las tecnologías reemplazan al trabajo humano. El valor de cada mercancía particular contiene, por tanto, una porción cada vez más exigua de trabajo humano, que es, sin embargo, la única fuente de plusvalía y, por tanto, de beneficio. El desarrollo de la tecnología reduce los beneficios en su totalidad. Durante un siglo y medio, sin embargo, la ampliación de la producción de mercancías a escala mundial pudo compensar esa tendencia a la disminución del valor de cada mercancía.

Después de los años 60, este mecanismo -que ya no era otra cosa que una huida hacia delante permanente- se encasquilló. El aumento de la productividad favorecido por la microelectrónica paradójicamente puso en crisis el capitalismo. Eran necesarias inversiones cada vez más gigantescas para poner a trabajar, conforme a los estándares de productividad del mercado mundial, a los pocos obreros que quedaban. La acumulación real del capital amenazaba con detenerse. Fue en ese momento cuando el 'capital ficticio', como lo llamaba Marx, levantó el vuelo. El abandono de la convertibilidad del dólar en oro en 1971 eliminó la última válvula de seguridad, el último anclaje en la acumulación real. El crédito no es otra cosa que una anticipación de las ganancias futuras previstas. Pero cuando la producción de valor, y en consecuencia de plusvalía en la economía real se estanca (lo que nada tiene que ver con un estancamiento de la producción de cosas; pero es que el capitalismo gira en torno a la producción de valor y no de productos en cuanto valores de uso), solo las finanzas permiten a los propietarios de capital extraer beneficios que ahora son imposibles de obtener en la economía real. El ascenso del neoliberalismo a partir de 1980 no fue una sucia maniobra de los capitalistas más ávidos, ni un golpe de Estado gestado con la complicidad de políticos complacientes, como quiere creer la izquierda 'radical', El neoliberalismo era, por el contrario, la única manera de prolongar todavía un poco más la vida del sistema capitalista. Un elevado número de empresas e individuos pudieron mantener durante largo tiempo una ilusión de prosperidad gracias al crédito. Ahora también esta muleta se ha roto. Pero el retorno al keynesianismo, evocado un poco por todos lados, será del todo imposible: ya no hay dinero 'real' suficiente a disposición de los Estados, es decir, dinero que no haya sido creado por decreto o por especulación, sino que sea el fruto de una producción de mercancías conforme a los estándares de productividad del mercado mundial. Por el momento, los 'decisores' han aplazado un poco el 'Mene, Tekel, Peres', añadiendo otro cero a las delirantes cifras escritas sobre las pantallas y a las cuales ya no corresponde nada. Los préstamos acordados para salvar a los bancos son diez veces superiores a los agujeros que hacían temblar los mercados hace veinte años -¡aunque la producción real (digamos, banalmente, el PIB) ha aumentado alrededor del 20-30%!-. El 'crecimiento económico' de los años 80 y 90 ya no tenía base autónoma, sino que era el resultado de las burbujas financieras. Y cuando tales burbujas hayan estallado ya no habrá 'saneamiento' tras el cual todo vuelva a empezar.

¿Por qué este sistema aún no se ha hundido por completo? ¿A qué se debe su supervivencia provisional? Esencialmente, al crédito. Frente a las crecientes dificultades, a lo largo del siglo, para financiar la valorización de la fuerza del trabajo, y en consecuencia, para invertir en capital fijo, el recurso a créditos cada vez más masivos no constituía ninguna aberración; al contrario, era inevitable. Incluso durante el dominio de los monetaristas neoliberales, el endeudamiento aumentó intensamente. Que este crédito sea privado o público, interior o exterior, no cambia mucho la situación. La evolución continua e irreversible de la tecnología aumenta permanentemente la distancia entre el papel de la fuerza de trabajo -que, repitámoslo, es la única fuente de valor y plusvalía- y el papel, cada vez más importante, de los instrumentos de trabajo, deben pagarse con la plusvalía obtenida mediante la explotación de la fuerza de trabajo. En consecuencia, el recurso al crédito no puede más que aumentar con el transcurso de los años y encaminarse hacia un punto sin retorno. El crédito, que es un beneficio consumido antes de haberse realizado, puede posponer el momento en el que el capitalismo alcance sus límites sistémicos, pero no puede abolirlo. Incluso el mejor de los encarnizamientos terapéuticos debe concluir algún día."

sábado, 9 de marzo de 2013

cartas marcadas



"En una situación de necesidad los desempleados tienen que aceptar como normal trabajar en condiciones de explotación y la precariedad laboral"
[Leire Corrales, concejala del Paro del Ayuntamiento de Sestao]

En su escapada, el régimen se asemeja ya a un vulgar montaje de trileros, a una timba de recalcitrantes del póquer con la baraja revenida y las cartas marcadas. Los escándalos empresariales y financieros se suceden uno tras otro, revelándose Pescanova en el paradigma del truco -venta previa de acciones- justo antes del hundimiento. La corrupción institucionalizada, desbocada y sin consecuencias legales -pocos medios, prescripciones benévolas o indultos favorecen que muy pocos casos investigados tengan consecuencias para sus responsables. La mentira, convertida en una auténtica ley de bases en el discurso oficial: ayer la deriva represiva, hoy es el déficit, mañana el silencio absoluto.

Los únicos brotes verdes, el aumento imparable de milmillonarios. La realidad, un paro en más de un cuarto de la población activa española que ya se antoja estructural, una brecha social y salarial que no deja de dispararse o una hipocresía infinita en la doble vara de medir entre la libertad de expresión de un ministro rancio y homófobo y de un dimitido fiscal superior de Cataluña que habló de consultar al pueblo. Así, la impunidad caníbal y suicida vive sus días de vino y rosas. La de todos los que quieren seguir rapiñando por encima de nuestras posibilidades. La del genocidio financiero. La de siempre.

Por eso, no lo llame #MarcaEspaña, diga #MafiaEspaña. Y empiece a desobedecer.