En cuestión de tiempo, el
derecho a la protesta quedará restringido a un simple holograma. Otro paso más en la perfecta ecuación de la dictadura financiera en su reducción mercantilista absoluta de entes y almas:
La plataforma
No Somos Delito, y miles de personas que han apoyado esta campaña, han querido visibilizar así cómo la corporación de
la Nada está laminando con legislación
vintage y reaccionaria, paso a paso, decreto a decreto, esos derechos humanos y libertades fundamentales que tanto dicen defender
sus burócratas con la boca pequeña y retorcida, desde la queja a la
libre información.
O a través de esa otra
parainformación del brazo armado de la corporación, ejecutando titulares como estos con total impunidad: cuando intentar paliar el hambre y la exclusión en Grecia parece ser un
desafío, cuando no un delito, para la
prensa oficial de nuestro amado régimen. Tratar de sacar adelante alguna medida limitada de orientación humanitaria es poco menos que emular a Pol Pot:
Hoy que recordamos
ese otro país posible, el que impidieron alcanzar los que entonces consideraban estos hologramas como sinónimo de siervos, ha querido la casualidad que en la víspera y al tiempo nos abandonen en vida, pero no en esencia, dos grandes representantes de la conciencia crítica de la contemporaneidad humana: Günter Grass y Eduardo Galeano.
En esta etapa que dicen de recuperación, sí, pero de recuperación de la caverna y las cadenas, de complots judeomasónicos y
preplanificaciones presuntamente anarquistas, de la mediocridad más totalitaria ahora esmaltada de tecnología, pese a todo eso y más, la resistencia a quedar constreñidos a meros hologramas sin voz ni aliento seguirá renaciendo.