¿Has hecho bien los deberes, amigo? |
La prima de riesgo sobre la deuda española volvió a superar los 400 puntos. El jueves, de urgencia y por dos veces, el ministro de Economía -y ex alto cargo de Lehman Brothers en España-, Luis de Guindos, tuvo que dar la cara para intentar calmar la situación, asumiendo que "episodios como éste se van a repetir". El viernes, nueva declaración -en un rotativo alemán- para anunciar próximas reformas "en los servicios públicos, sobre todo en sanidad y educación". La tan cacareada confianza que iba a ser alcanzada con un cambio de gobierno -la alternancia en el partido único- y a través de las sucesivas reformas -el eufemismo de los recortes-, no termina de llegar, ni tampoco se la espera.
En cambio, es cada vez más evidente la inoperancia de todas las medidas de ajuste aprobadas en los dos últimos años para saciar la voracidad de los mercados. La situación revela de nuevo que el diagnóstico y las soluciones propuestas parten de un examen erróneo, falso o directamente manipulado de la realidad económica. Porque, para empezar -como certeramente señalan en este análisis-, el origen no es fiscal, sino financiero. Y porque, para resumir, no se trata de una crisis -que también, pero no sólo económica-, sino de una estafa en toda regla. Como apuntábamos en la entrada anterior, además de la calculada precarización del conjunto social y la conversión de sus derechos en saldos, con la excusa de la crisis, lo que se está produciendo en realidad es la transferencia de ingentes cantidades de dinero público para salvar el insostenible chiringuito financiero y los privilegios del 1% y sus testaferros en gobiernos e instituciones internacionales.
En la misma línea de la estupidez, Sanz, sobre los recortes:
"Las medicinas que más duelen son las que más sanan"
"Las medicinas que más duelen son las que más sanan"
Lo que parecen decisiones contra toda lógica ocultan los verdaderos intereses que las producen, y esto es muy significativo en la cuestión de la deuda pública y su actual proceso de especulación en el entorno europeo. El problema de la deuda es mucho más complejo -más bien de deuda privada en el caso español- y no se aclara en dos telediarios ni se resuelve con dos cumbres para planificar un rescate. Su trastienda es más sombría e inmoral, como la historia demuestra en los países del Tercer Mundo que antes del nuestro -más Grecia o Portugal- transitaron por lo mismo. Por eso, la única respuesta de orden no está pasando precisamente por regular el caos financiero de esta fase de capitalismo crepuscalar -todo lo contrario, se pone el máximo esfuerzo en salvar los muebles de un sistema bancario agónico-, sino por la criminalización de colectivos y personas que discuten la versión oficial, muestran las contradicciones del discurso dominante o realizan propuestas alternativas.
Porque sepan que antes de ayer ya nos caimos del guindo.
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