Cuando el desfalco se convierte en ley, en tradición, en fiesta nacional, la marmotada, el esperpento y la charlotada están asegurados. Don Tancredo, preshidente del (desh)gobierno, el amo de las escapadas, el creador de "los hilillos de plastilina", "no entiendo mi letra", "it's very difficult todo esto" o "todo es falso salvo alguna cosa", vuelve a superarse a sí mismo para conseguir su enésimo éxito en Twitter y dar en el clavo del ingenio y la verbigracia:
Sin embargo, el cabreo se diluye entre las terrazas y los pelotazos de la Copa Confederaciones. Una alienación general como analgésico de la resignación, lenitivo del miedo, sedante de la pereza.
Por fortuna, una minoría cada vez más mayoritaria que se organiza desde abajo, que no se resigna, que desobedece, que lucha frente a la represión -un goteo constante de casos: Granada y Alicante-, que propone iniciativas sin medios ni subvenciones como el Plebiscito Ciudadano, evidencia que -de momento- todavía quedan seres humanos y no sólo androides.
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