papeles de subinformación

jueves, 30 de mayo de 2013

momio: la revolución era esto


España era mi fiesta

Si todavía queda algún iluso, sepa que el mercado libre no existe. A cambio, si es ilusionista, sabrá que se perfecciona el totalitarismo financiero y el régimen cleptocrático. La dictadura de las corporaciones, el monopolio de la mercancía, el cártel de la antipolítica es ya una distopía hecha realidad. Pero a un ritmo paralelo, esta suerte de capitalismo caníbal y crepuscular se degrada producido por sus límites y por cierto síndrome de abstinencia de la ausencia de cash. Una liquidez que se apaga, una economía zombi entrampada por el progresivo y autodestructivo automatismo del gran casino.

El escándalo de las preferentes es su síntoma a pie de calle: los grandes inversores cuentan con toda la información para especular con las acciones de la estafa Bankia, mientras los pequeños accionistas, muchos de ellos afectados por preferentes o subordinadas, pierden las migajas que les deja la ruleta financiera. Un atraco con la complicidad del estado. A no ser que te socorran unos hombres uniforrmados.


El brazo armado de la cleptocracia -(des)gobierno central, (des)gbiernos folclóricos- sigue legislando para cocernos a fuego lento, pero con tocino rancio: parados con prestación que trabajarán (casi) gratis para que no se oxiden y matamos dos pájaros de un tiro (un parado menos, un precario más); un banco malo con sueldos buenos; un comité de sabiondos matemáticos que desguaza el sistema de pensiones; un viejonuevo modelo de mordaza informativa... Y así hasta la detención en su propia casa de dos reporteros gráficos que, al parecer, molestaban con su trabajo a la policía:
Fuera de estos colectivos y ante la gravedad de los hechos, pasmosos silencios cómplices y lamentables equidistancias. Así está la profesión, por un plato de lentejas. Y lo que es peor, con soplones y colaboradores necesarios del montaje.

Ante este panorama cenagoso, el informe anual de Amnistía Internacional resulta muy revelador: impunidad y brutalidad policial, tratos discriminatorios a inmigrantes, vulneración del derecho a la vivienda... Los derechos humanos, esa nueva marca de papel higiénico. Los derechos laborales, enterrados en el barro: cuando no hay Justicia, sólo queda el recurso a la huelga de hambre. O acudir a exorcismos. Siempre con el patrocinio de #MafiaEspaña.

Así, no sorprende el retorno del autor intelectual de la crisis. El regreso de la momia, la coronación del momio, el dato que faltaba para vivir en el desvarío:
Verlo aparecer, como una apolillada marioneta de cartón piedra, sin asomo de autocrítica, orgulloso de sí mismo hasta el ridículo, ofreciéndose como salvador patrio insustituible, cerró el círculo del diagnóstico: vivimos en el delirio. Fuera de toda lógica, criterio u honestidad. Cuando uno se encuentra inmerso en el desquicie, padeciéndolo emocionalmente, se nublan los sentidos y termina siendo cómplice de la sinrazón. Eso nos está ocurriendo y Aznar y cuanto rodeó su aparición subliminal fue el dato que faltaba.
[Rosa Mª Artal, Viviendo en el desvarío]

Y por fin sabemos que la revolución era esto:
Porque estamos llegando a conclusiones necesarias, sabemos ahora que la boda de la hija del presidente Aznar en El Escorial fue para la cultura del pelotazo y el arribismo lo que la toma de la Bastilla para la revolución francesa y el asesinato de los Romanov para la revolución soviética. Era la culminación de una revolución, pero que en este caso no nacía de abajo contra arriba, del descontento del pueblo insatisfecho, sino desde la élite contenta y satisfecha sobre el pueblo apático. Para culminar esa revolución era imprescindible, de esto no cabe duda, que la década larga de Gobierno socialdemócrata hubiera vaciado a conciencia los cajones de la culpa y pregonara a los cuatro vientos que el mejor país es el país donde es más fácil hacerse rico rápido.
[David Trueba, Revolución]


No hay comentarios: