Como en 'La historia interminable', algo monstruoso continúa su avance en este 2013, algo que se lo está tragando todo, ‘la nada’ que va engullendo de un día para otro las reglas de nuestras vidas laborales, los derechos básicos, el comedor del cole. Lo que antes era normal, la sanidad, la justicia, lo más sencillo, va cambiando o desapareciendo. [...]
El escenario social contra el que impacta ‘la nada’ no es inerte: la marea verde, los funcionarios –policías incluidos– desbordando las calles aquel 19J, la enormidad de la marea blanca, las convocatorias en el Congreso, la plataforma antidesahucios, el 23F, el desbordamiento en las calles de las huelgas generales, los escraches, los miles de microlaboratorios de procomún, colaboración, autogestión, guerrilla mediática y de acción en red… Ecos que encuentran resonancias inesperadas por buena parte del globo, por debajo del radar de las lenguas políticas oficiales y de los medios de masas. Un fantasma que aparece y reaparece a cada paso.
Una serie de eventos de politización que van incluyendo a capas cada vez más extensas de la sociedad y que replican características que acaso sean los signos del tiempo, las que se revelaron aquel 15M y que dejaron suficiente impronta en el imaginario colectivo para convertirse en lugares comunes de la expresividad política y social. Nos referimos a la participación de cualquiera como cualquiera, a la huida de las identidades políticas previas, a la ausencia de liderazgos y de identificaciones fuertes, a la fuga del mapa político tradicional de derechas-izquierdas, a la espontaneidad, a la libre toma de la palabra, al tono alegre, a la noviolencia –a pesar del ahínco desesperado de un régimen en descomposición buscando su reflejo violento–, etc.
[‘La nada’ y el fantasma. Al final de la asamblea]
La nada es todo lo opuesto a los comunes, una vieja idea muy actual; por eso, con la que está cayendo, #JuntasPodemos. La nada es el arresto domiciliario de un parado que habló a espaldas de un pleno. La nada es, como todo el mundo sabe, la ETA y el aborto mezclado, no agitado. La nada es el NO-DO cuando (des)informa que "según los psicólogos, acercarse a un altar puede calmar la tensión tras perder un trabajo". La nada es la impunidad y la desvergüenza en una casa de aperos de 200 metros cuadrados. La nada es ir de sobrado y pasarse del sobre. La nada es tu presidente saludando a tu presidente:
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