Categorizar como terroristas a personas vinculadas al movimiento libertario es traspasar una línea roja que debería alertar a toda la sociedad. Dicha categorización literaria, social y política no es nueva, de hecho es bien vieja, y casualmente se ha dado con mayor fuerza en momentos en los que los sistemas políticos derivaban hacia modelos más autoritarios. Éste es uno de esos momentos, debido al fuerte golpe que las leyes mordaza han supuesto hacia nuestros derechos y libertades. La reciente reforma del Código Penal en materia de terrorismo ha levantado las alarmas de organizaciones como Amnistía Internacional que elaboró un informe ante la propuesta de reforma, así como de otras muchas organizaciones internacionales.
El concepto de terrorismo se vuelve preocupantemente laxo, se normativiza el terrorismo individual así como de manera preocupante se mezcla el concepto de desorden público con el del terrorismo en su artículo 573 bis 4. El proceso de extensión del concepto de terrorismo hacia su utilización contra movimientos sociales parece estar en marcha. Lo ha estado bajo la anterior legislación y en base a la interpretación realizada por los Mossos en las operaciones Pandora o por la Policía Nacional en la Operación Piñata. Y lo estará con esta nueva legislación que eleva el nivel de autoritarismo del Estado Español.
Porque lo que todo el mundo sabe es que los demócratas son esas personitas de confianza que están al pertinaz servicio del interés general... De los tipos de interés general, euribor y cuenta de resultados. De la unidad de destino en los mercados. La periodista (con mayúsculas) Olga Rodríguez pone negro sobre blanco sus desvelos y preocupaciones, las de primera y las de tercera regional. Los demócratas, esos ejemplares de unidad con la nevera vacía:
Ante el tema catalán el PP quiere erigirse como el máximo defensor de España mientras descuartiza derechos y conquistas sociales. Pedro Sánchez dice que estamos ante “la más grave manifestación de desprecio y violación de la democracia de nuestro país” y Ciudadanos llama a un pacto de Estado. Apelan a la patria y la nación pero solo ahora cierran filas.
Creció la desigualdad pero los que ahora se erigen como salvadores de España no llamaron entonces a un pacto de Estado para intentar detenerla. El paro juvenil se elevó a un 52% y no consideraron necesario "usar la democracia” ni toda “la fuerza de la democracia” para paliarlo. Aumentó la precariedad y no hubo foto de los líderes de PP, Psoe y Ciudadanos juntos, prometiendo luchar contra ella con políticas económicas al servicio de la mayoría.
Cientos de miles de personas fueron desahuciadas pero no hubo escenificación conjunta de Rajoy, Sánchez y Rivera llamando a un acuerdo contra los desahucios bajo el lema “se rompe la dignidad, se rompe el derecho a una vida digna”. Se aplicaron las leyes de seguridad ciudadana pero no merecieron el revuelo de ahora.
Dice Rajoy que tiene la certeza de que “la mayoría de la sociedad española está unida ante este desafío” catalán, intentando erigirse como líder de lo que viene. No, señor Rajoy, somos muchos españoles los que no estamos unidos ni a usted ni a su partido, ni a sus recortes, ni a sus casos de corrupción, ni a sus políticas al servicio de una minoría, y por mucho que agite el miedo y el “se rompe España” -en vez de hablar y buscar modos de entendimiento- no estaremos dispuestos a formar parte de ese “frente común” suyo para que se olvide todo lo demás.
Todo lo demás está muy presente porque está en nuestro día a día, dificultando la vida de mucha gente.
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