papeles de subinformación

lunes, 10 de febrero de 2014

#enlabuenadirección


"Hacemos como que no pasa nada,
y lo que está pasando es la demolición del mundo"
[Jorge Riechman]

Que algo va mal, no cabe ninguna duda. La sucesión de agresivas borrascas en modo ciclogénesis explosiva ha pasado de ser algo anecdótico a convertirse en el parte meteorológico nuestro de cada día. Un concepto desconocido hace cuatro años hoy es corriente. El fenómeno climático tiene igualmente su paralelo en lo social.


El huracán absoluto del régimen -con la legitimidad en el vertedero- para propulsar en la buena dirección la impunidad, la disciplina social, el saqueo del común y el fin de cualquier atisbo de oposición empieza a encontrarse con respuestas más contundentes que la resistencia pasiva, como hemos visto en Gamonal. En Lavapiés, el pasado 31 de enero numerosas personas trataron de impedir el demencial desahucio de un enfermo crónico con discapacidad total que acabó con varias cargas sin previo aviso, cuatro detenidos (el propio desahuciado, la mediadora y dos fotoperiodistas) y el apedreamiento de los vehículos policiales cuando salían del barrio madrileño.


Ya no son noticia las personas detenidas o apaleadas que manifestación sí y otra también sufren en primera línea la deriva policial para aplicar sin taxativos la doctrina del shock y la política del miedo a la queja. En Valladolid, durante el circo de la convención del Partido Único, una brutal carga para impedir una protesta pacífica frente a un restaurante donde seguía la fiesta terminó con tres personas detenidas y cinco heridas, varias de gravedad y una muy grave al provocarle un ictus. Además de las habituales presiones y mentiras de las autoridades del ramo para justificar lo injustificable. Aunque usted no lo sepa, miles de personas salieron a la calle en dos ocasiones para rechazar y denunciar este nuevo episodio de abusos y represión.


El silencio mediático o la minimización -cuando no directamente la manipulación- de los hechos realizada desde los medios más voceros del régimen, es ya una constante. No hay derecho a la contestación porque no será televisada. Pero tras las victorias de Gamonal, la huelga de barrenderos y la Marea Blanca en Madrid, el empoderamiento colectivo se extiende para hacer frente a la dictadura económica (y, en breve, política). Los escándalos financieros, las complicidades institucionales y las enormes corruptelas desbordan noticiarios y portadas, a pesar de que traten de echar paladas de descaro, cinismo y déficit extremo de sentido del ridículo. Porque la gestión del asunto de la sede del PP en La Rioja y sus cuentas es, como poco, de vergüenza ajena. Las respuestas al requerimiento judicial, como en el caso Nóos van, efectivamente, en la buena dirección: la indecencia y la amnesia ya son tendencia.


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