papeles de subinformación

viernes, 18 de mayo de 2012

la orquesta del Titanic

#Prima500 + #corralito = #HolaDictadura

Todo está bajo control, España no va a ser intervenida, Bankia tiene futuro... Mensajes (supuestamente) tranquilizadores que suenan, nada más ser pronunciados, huecos y fósiles. No transmiten en ningún caso confianza, ni credibilidad. Y nuevas amenazas penden sobre nuestras cabezas. Es lo que esconde el argumentario de clásico vendedor de crecepelos: un país secuestrado, una población angustiada, una estafa en toda regla, un estado de sitio global, una gestión absolutamente irresponsable y cobarde...

Respecto a esto último, con tino dice Josep Ramoneda:
La crisis de Bankia ha coincidido con el aniversario del 15-M. Este movimiento, que por lo menos tiene la virtud de explicar al mundo que no es verdad que España esté muerta y que todavía hay gente con ganas de proponer, discutir, tratar de cambiar las cosas, tiene entre sus méritos haber sacado a las personas que sufren la crisis de la invisibilidad. Es esta una crisis sin iconos. En la que se ha querido esconder a los perdedores: amagarlos detrás de cifras sin rostro, de metáforas espantosas como quitar grasa a la Administración, de ridículas acusaciones de despilfarro para culpabilizar a la ciudadanía o de intentos de descalificar a todos por los abusos de unos pocos en las prestaciones sociales. El miedo y largos años de hegemonía conservadora, que han convertido una conquista moderna como es el individualismo en motor de desocialización, han hecho posible un discurso político que parece obviar que cada vez que se habla de un recorte de miles de millones de euros hay millones de personas que lo pagan, sin tener ninguna culpa.
Y mientras, los auténticos responsables del expolio y la corrupción se van de rositas. Ya que la Justicia no actúa de oficio, sólo en manos de la ciudadanía queda juzgar a los culpables, condenar a autores y cómplices, y poner fin a tanta desvergüenza. Por ello, no es de recibo que -a estas alturas de la película- todas esas personas que, desde la indiferencia y la resignación, no asuman su responsabilidad colectiva y sigan apoltronadas en las terrazas de los bares como una secuela cutre de la orquesta del Titanic.

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