papeles de subinformación

jueves, 13 de mayo de 2010

regreso al futuro


Las medidas de recorte social anunciadas ayer por el presidente del Gobierno español, además de constituir un ataque evidente a los derechos que tanto ha costado alcanzar, suponen una vuelta de tuerca más en el ajuste planificado por los ideólogos y ejecutores de la utopía financiera, en su huida hacia adelante. Si hace dos años, tras el desmoronamiento de las finanzas internacionales que puso contra las cuerdas la propia viabilidad del capitalismo contemporáneo -en un sinfin de reuniones de la sociedad gastronómica G-20 sin ningún resultado hasta el día de hoy- algunos hablaron de refundación, de incorporar acciones como la tasa Tobin -un impuesto sobre el movimiento global de capitales- o la supresión de los paraísos fiscales, de una verdadera regulación de mercados y, en definitiva, de la revisión general de toda la política neoliberal que ha guiado el dogma del crecimiento económico, cuando parecía posible un intento de encauzar el sistema, repartiendo responsabilidades entre toda su maraña de actores -desde una peligrosa virtualidad hacia una cierta racionalización-, ahora se ha hecho evidente que el mercado no sólo no está dispuesto a volver hacia una necesaria sostenibilidad, sino que directamente ha pasado a la ofensiva para hacer pagar la factura a los de siempre, aprovechando una nueva oportunidad para disciplinar sociedades y seguir especulando con los beneficios salidos del mal ajeno.

En este momento en que los cínicos hablan de protectorado económico, cuando España debe redecorar su vida bajo los dictados del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, mientras se hacen los sorprendidos por un fenómeno que no es nuevo -que se lo pregunten a las tres cuartas partes del planeta-, esos mismos que son los defensores de estos y otros recortes más amplios, nunca se han cuestionanado las causas -por ende, su propio credo- de la absurda burbuja que fomentaron y que nos han llevado hasta este punto. Lloran con lágrimas de cocodrilo un reparto de sacrificios que a ellos no les va a tocar, incluso algunos se regodean del impacto ajeno: no hay más que sintonizar esas tertulias de perfil bajo, tragos de vino y mercenarios del pensamiento único. Igual de vergonzante es el pulso entre mercado y política que un supuesto Gobierno socialista ha perdido con toda claridad, un Gobierno medroso desde el fin de la tregua que no supo o no quiso meter mano a la insostenibilidad del modelo económico que heredó, y que sigue sin querer dar una explicación transparente de la situación real del país y su lugar en una economía global y dirigida. Y, en general, de una clase política, económica y social que sigue mirando para otro lado y mantiene sus privilegios y los de los miles y miles de asesores que siguen sin suprimirse en la administración pública del estado, comunidades autónomas y ayuntamientos, que son parte de una agencia de colocación cada vez más extensa, una rémora improductiva con sueldos, fastos y gastos de representación escandalosos, y que han contribuido igualmente a aumentar la deuda de la que tanto cacarean.

Finalmente, la realidad silenciada es que las agencias de calificación de esa deuda, la gran banca y sus intereses transnacionales, conectados entre sí en la defensa del monopolio común, y curiosamente todos subvencionadas por Gobiernos -es decir, por la mayoría absoluta de los trabajadores-, forman parte de la misma necesidad de ser en la patraña de un inevitable y forzoso ajuste, continuando en la mercantilización absoluta de cosas, seres vivos y almas. El caso griego puso en evidencia la senda que avanza hoy por nuestro país, pero al mismo tiempo certifica que no va a parar y que si no hay resistencia y protesta, los que se fueron de rositas, además de robarte la cartera, acto seguido te obligarán a comprársela.

lunes, 3 de mayo de 2010