Business as usual. El corporativismo elitista y provinciano de la prensa
riojana en su línea habitual: fuerte e implacable con los débiles,
dócil y servil con los poderosos. Porca miseria..
Ante
el comunicado de prensa que ha hecho público el Colegio de Periodistas
para referirse a Cambia Logroño y el cinismo del portavoz del Partido
Popular, voy a dar una respuesta desde lo periodístico, dejando la
concejalía a un lado. Desde la política se tienen que encajar las
críticas periodísticas con fundamento que se realizan desde los medios y
viceversa. Si a una crítica desde el ámbito político se le contesta con
un mensaje desde un colectivo de periodistas de manera virulenta, lo
que se consigue es un efecto boomerang que acaba por señalar a ese
colectivo de periodistas al refugiarte como Colegio en el corporativismo
para evitar la autocrítica.
Más allá de la connotación de
enjuiciamiento que supone utilizar la palabra acoso para definir con
brocha gorda lo ocurrido, resulta inverosímil en tanto en cuanto tiene
que haber una asimetría de poder desigual que evidentemente no existe y
donde lo que se cuestiona es a quienes mandan e imponen determinadas
dinámicas comunicativas y silencios. Podrán gustar más o menos las
formas, pero nadie puede negar que los ejemplos gráficos de ese tuit y
las informaciones desmontadas que se describen en ese vídeo no sean
absolutamente ciertas.
Al hecho de cómo el Partido Popular vende
ciertos proyectos de manera propagandística y estos se den
posteriormente por sentado, se añaden aspectos como entrar desde la
prensa en el juego de publicar una filtración interesada del Gobierno de
un proyecto (que supone una irregularidad al no estar aprobado) para
tapar una denuncia desde la oposición. Flaco favor al periodismo se le
hace con ello.
Siempre he concebido las cuestiones políticas y
periodísticas desde lo colectivo, pero un día fui protagonista personal
involuntario cuando el Partido Popular decidió negarme el acceso a su
rueda de prensa y expulsarme como periodista (carné en mano) a título
individual por las veces que desde el 15M acudimos a su sede a pedirles
las cuentas cuando se destapó su corrupción integral. Tras conocer la
tibieza de su posicionamiento, me di de baja de la Asociación de la
Prensa no ya por mí, sino por entender que no se había defendido como
merecía la profesión.
Sorprende ahora la contundencia como
también la idealización del comunicado cuando se dice que “los medios se
deben a las audiencias y nunca al poder político”. Las estructuras
accionariales de propiedad y la dependencia económica institucional
determinan el funcionamiento de los medios, donde las presiones y la
situación de precariedad de buena parte de los trabajadores y
trabajadoras afecta en su autocensura. Se puede seguir viviendo en la
fantasía y negar lo evidente de la realidad, pero es hacerse trampas al
solitario.
Es muy lícito rasgarse las vestiduras por dos
publicaciones en redes sociales de una agrupación de la oposición. El
problema es cuando eso se compara con lo que no se ha hecho previamente y
se ve la incoherencia. Las injerencias gubernamentales en la figura de
Emilio del Río (investigado en sede parlamentaria) con su férreo control
de los medios a partir de una oscura disposición de los fondos públicos
y los contenidos siempre contaron con un silencio sepulcral
De
ahí que luego haya ejemplos como la dedicación de siete páginas
seguidas al Partido Popular en un mismo día previo a las elecciones o
que nadie de la región (salvo una periodista) se atreviera a preguntar a
Pedro Sanz por su chalé ilegal cuando ya estaba publicado a nivel
nacional en Interviú. La gravedad de ello revela el síntoma de debilidad
de un sector, como es el periodístico, que se levanta o no según el
poder de quién está enfrente.
Por último, la recomendación desde
el Colegio de incluir un/a titulado/a en Periodismo para llevar la
comunicación de Cambia Logroño está de más. No se trata solo del tono y
de las formas. En el grupo municipal ya hay una persona con esa
titulación que se encarga de ello. No me refiero a mí ni al intento de
ridiculizar que se desprende en ese comunicado de que soy doctor, sino a
una persona con esa licenciatura que cumple profesionalmente con ese
trabajo comunicativo y a otra que, aunque no tenga el título, también lo
lleva a cabo de manera competente porque el buen hacer no se da solo
con títulos. Si la intención es cerrar un escrito dando una lección con
un palo, al menos que esté contrastado por una cuestión de credibilidad y
de respeto a los demás.