papeles de subinformación

jueves, 25 de marzo de 2010

encuestas


Una de las ventajas de trabajar como temporero durante un lapso prolongado de tiempo reside en poder observar las reacciones de los otros en diferentes situaciones. Mi experiencia repetida como encuestador me ha permitido realizar una fotografía social, donde los límites entre apertura y clausura mental se acotan según barrios, calles e, incluso, comunidades de vecinos o escaleras.

No es de extrañar que, frente a los tópicos, convencionalismos y lugares comunes de la colectividad, suele resultar mucho más empática la postura de las gentes de extracción popular, tanto nativos como inmigrantes, frente a la de aquellos de cuna satisfecha, bienpensante o de orden. Curiosamente, suele coincidir el rechazo, más allá de cierta desconfianza justificada, con esos individuos que más exigen al papá Estado y más despotrican contra los derechos de los de fuera, pero que a la hora de la verdad no están dispuestos a practicar la colaboración ciudadana cuando se les solicita.

La observación -más aún si deviene participante- es lo que tiene: un retrato límpido de clase social (y espiritual) con sus tonalidades como virtudes y defectos.

martes, 16 de marzo de 2010

la vida de los otros


Resulta curioso y embriagador el espectáculo mercantilista que día a día nos ofrecen los unos y monotemáticos canales de televisión sobre las penurias ajenas en la vida de los anónimos, desde las lamentables querellas de familia a las estrecheces producidas por la crisis o por el encierro monitorizado en una jaula. Singular también con la socorrida retransmisión del famoseo, de medio o pelo entero, a través de tertulias de sal gruesa, paparazzis intelectuales y abundante chismorreo. Pero donde todavía resulta más sorprendente la función, es en esos programas corazón corazón donde la supuesta placidez couché de los privilegiados viene a ser metáfora y esperpento del deseo social: 
un espejo y un ansiolítico, todo al mismo tiempo.