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martes, 25 de junio de 2013

apaños de la Cagada y otras gangas (un cambio inaplazable)



"Tenemos un Estatuto de los Trabajadores donde los permisos y licencias se configuran pensando que los viajes se hacen en diligencia, como las películas de John Ford, ¿no? Se dan cuatro días  para un desplazamiento de un permiso por defunción que evidentemente con los vehículos que hay hoy en día se trata de horas o a veces de una hora de desplazamiento".
[De la Cavada, un mandamás de la patronal]


La cacería de los derechos sigue impune y a toda máquina. Decíamos ayer que, a este paso, no íbamos a tener ni donde caernos muertos. Tampoco vamos a tener permiso para morirnos, ni para velar a los nuestros. Es evidente que "hemos llorado a los muertos por encima de nuestras posibilidades" y que el populacho abusa de sus privilegios, según el bocazas de guardia de los (supuestos) representantes de los grandes emprendedores. Lo dice un tipo condenado a una multa de 25.000 euros por acoso laboral, lo cual es crédito de cordura y buen hacer. Porque "sólo visionarios como este dirigente de la CEOE son capaces de proponer con años de antelación minijobs con despido gratis, que es en lo que ahora estamos. Pongamos a este hombre en el Ministerio de Trabajo y olvidémonos de pedir ayuda a la Virgen del Rocío, que siempre está de vacaciones". Así termina la excelente columna -sin desperdicio- de Juan Carlos Escudier, "Huérfanos, la mejor mano de obra":
Está visto que para la recuperación económica no se puede contar con los trabajadores, que son tan gandules como ladinos y por la noche, en vez de la última novela de Dan Brown, se leen el Estatuto para ver cómo pueden ausentarse del tajo y hacer la puñeta a sus empresas. Habitualmente consiguen sus propósitos, porque la legislación es muy franquista para desgracia de los patronos, que si por algo se han distinguido históricamente es por su denodada lucha contra la dictadura a todos los niveles, empezando lógicamente por la normativa laboral.
El expolio se legaliza -Jueces o Enriqueces-, pero la revuelta permanece, a pesar de esa mayoría que "asume que nunca pasará nada. Y por su culpa, nunca pasa". Crudo agridulce:
Pero vaya que si pasan cosas. Pasa que en España ya hay mucha gente que tiene hambre como en la posguerra, millones no tienen trabajo, miles han sido estafados, miles han perdido sus casas, miles abandonan el país, pasa que hemos sido engañados, apaleados y robados impunemente por quienes nos dirigen, pasa que nos han quitado infinidad de derechos, pasa que los ladrones andan sueltos y están en todas las instituciones del Estado y pasa que la sanidad, la educación, la innovación, el futuro de este país se van al garete. Pero no pasa nada. La revolución no será televisada porque la mayoría estará viendo el televisor. 
No habrá revolución pero hay rebeliones. Y esas rebeliones pequeñas, diminutas, invisibles y ese 15M agitador son los que están virando poco a poco la dirección de la máquina. Tan poco a poco que nos cuesta ver el resultado. Hablaremos de él en unos años. Mientras tanto asumamos que nos vamos a tener que tragar enterito este gobierno.
¿Jueces o Enriqueces? Los cazadores se sienten perseguidos y denuncian causas generales. Y al tiempo, descaradamente, exigen más sangre. Mientras, la marca blanca (de color) del régimen imperial se esconde tras un muro de cristal para dar discursos retropop en lugares comunes. El fiasco Obama, del "yes we can al yes we scan". La realidad siempre supera a la ficción y el espionaje de propios y extraños es ya otro gran esperpento más del capitalismo crepuscular y una especie de ucronía que Bond, James Bond, jamás hubiese podido imaginar. Los cazadores -caníbales, limpiabotas y testaferros del capital- en sus búnkeres de lujo, como el que empieza por G, cada vez más parapetados e inmunes a la protesta y al sufrimiento: por disimular que no quede y si hace falta, como en el Ulster, se inyectan cientos de miles de euros para maquillar los efectos de la depredación con pegatinas. Realidad virtual: una de espías con adhesivos. Una ganga.

Pese a todo, la resistencia a la delincuencia organizada contra lo comunitario y el deseo de una mayor y verdadera democracia se extienden, como bien analizan en Madrilonia:
Por nuestra parte, creemos que la solución viene de las propias luchas. Creemos que no hay que mirar a ningún otro lado, más allá de lo que ante nuestros ojos se presenta de forma cristalina: más democracia sin corsés identitarios, control ciudadano sobre la representación (sobre la clase política pero también sobre los medios de comunicación), defensa de los bienes comunes y reconocimiento de las nuevas formas de gobierno que nacen de las luchas. 
Ni las organizaciones sociales, ni los sindicatos, ni por supuesto los partidos, tengan el nombre que tengan, griten lo fuerte que griten, deben hacer nada más que poner sus infraestructuras técnicas y humanas al servicio de la democracia que viene o quedar sepultados por ella.
Brasil, paradigma de las denominadas economías emergentes, se revuelve frente a la corrupción, el despilfarro del fúmbol y su coste social. Las movilizaciones continúan imparables, sobrepasando -como ha ocurrido en otras regiones- las peticiones iniciales. Y la respuesta desde arriba, una vez más, no puede ser más deplorable: el presidente de la Cosa, Joseph Blatter, comparó la situación con Turquía y afirmó que quienes participan de las protestas están "aprovechando la plataforma del fútbol y la presencia de la prensa internacional para hacer sus reclamaciones". Por su parte, la fuerza bruta del poder, por la vía de la porra y del gaseado, se ha instalado en el otro aspirante a BRICs, hasta amenazar con el uso del Ejército. A pesar de todo, la contestación continua, con caceroladas y concentraciones silenciosas diarias, como la de Durana Dam.


"Usted, su guardaespaldas y sus cócteles, y a nosotros que nos den por el culo. Ya nos hemos quitado la venda, nosotros no somos economistas, somos los que pasamos la guerra, y no tenemos ni graduado escolar".
[Fernanda Climent, primera accionista en tomar la palabra en la Junta de Bankia, es una anciana que vio cómo la herencia de su madre, 84.000 euros, pasó de plazo fijo a preferentes sin que ella llegara a autorizarlo, según su propio testimonio]

No hay que irse a montañas lejanas ni a desiertos remotos para comprobar cómo aquellos colectivos conscientes, afectados o movilizados, hartos de sufrir las consecuencias de una estafa tras otra, hartos de un régimen cleptocrático basado en el nepotismo y la tomadura de pelo en bucle, hartos de tanto incompetente y enemigo del pueblo, de tanto desalmado y mentiroso compulsivo, tratan de impedir los atropellos diarios de los burócratas a la población aborigen. Desde abajo, con pequeños gestos o grandes actos de oposición al saqueo que llaman crisis -uno más: tus datos sanitarios ya están a la venta-, superando la dictadura del miedo y la creciente represión, frente al cierre de una fábrica o de un ambulatorio, realizando consultas en la calle -sin medios ni subvenciones-, abucheando a las fuerzas vivas (tradúzcase autoridades zombis) o presentando querellas contra adjudicaciones más que sospechosas. El chasco está asegurado: los oligarcas repiten como autómatas el mantra "el pesimismo está de retirada / estamos saliendo de la crisis" para tratar de resucitar (oralmente) al muerto. Autos de fe y trolas para seguir robando. Las señales que vienen de China -el gran prototipo de los BRICs, el experimento total del crash- revelan el reinicio continuo del desplome y la notoria falsedad de un sistema financiero definitivamente roto.

Por eso, hay personas que ya asumen el tiempo inaplazable y trabajan en lo común:
¿Vivimos una transición? Los límites ambientales y energéticos darán una vuelta de tuerca a la deslegitimación de tanta depredación de recursos, de derechos y de protagonismo social. Puede que asistamos a una transición humana, de radicalización de la democracia. O puede que se apueste, por parte de las élites, por forzar los cierres autoritarios desde arriba. Difícil mantenerse en medio, equidistante, ante la subida del desempleo, las rupturas de lazos sociales, las dificultades para encontrar una vida digna, un poco de apoyo social. Creo que sí, que el sistema asiste a una “bifurcación”: vivimos una transición civilizatoria, en muchos frentes, y ésta es inaplazable.
Un panorama de apaños, descosidos, gangas, chorizos y boñigas. Queda más que claro que mirar para otro lado no sólo es inaceptable desde un punto de vista moral, sino que además es inútil. Con estos mimbres, lo creas o no, eres mercancía y tu destino final es ser un deshecho. Por mucho que no te quieras enterar. Por mucho que lo cocinen:


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