papeles de subinformación

viernes, 21 de diciembre de 2012

#AlfonLibertad o el estado policial



Siguen las bromas de mal gusto por parte de los miserables: los altos burócratas de las grandes corporaciones -verdaderos dueños del país- se suben el sueldo un año más y su salario medio es ya de 279.300 euros anuales, el 7,3% más que en 2010. Rato se salía de la horquilla, pero ya está en el banquillo. Otras bromas pesadas se pasan de la raya y pueden ser calificadas tranquilamente como criminales:
Así que vamos a empezar a llamar a las cosas por su nombre. Enriquecer a una empresa privada con el dinero público destinado a la sanidad o a la educación o la justicia, por no citar de nuevo el orden público o la defensa nacional, es pura y llanamente un crimen, más condenable si el criminal, a modo de coartada, confiesa que es un idiota al que no le salen los números, excepto cuando se trata de cobrar comisiones. Si es idiota, que lo retiren y pongan a otro capaz de gestionar el departamento.
[Crímenes, Juan Jose Millás]
El régimen que ampara a éstos y aquellos se blinda temerosamente ante el descontento social y está decidido a enjaular, con o sin pruebas, a toda persona contestataria, disidente, pensante... La puerta de atrás, el estado policial. Es el caso de Alfonso Fernández Ortega, "Alfon", el único detenido durante la Huelga General del 14N que aún sigue en prisión. Y además, en régimen FIES. Es la estrategia del miedo, los montajes y la criminalización, aplicada en dosis cada vez más considerables, pero a la que ya se empieza a responder desde un frente común, como en el caso de Logroño:
La gota que ha colmado el vaso de la indignación ha sido la actuación policial en la pasada huelga general del 14N. Ese día, tras una manifestación que todas las fuentes consultada por Diagonal coinciden en señalar como la mayor de todas las celebradas en las últimas décadas, la policía acabó cargando con pelotas de goma, un nivel de violencia que no se recuerda en la capital riojana. Al día siguiente, el periódico La Rioja reproducía, sin contrastar fuentes, la versión de delegación de gobierno en la cual se responsabilizaba de las escenas de violencia vividas la noche anterior a los manifestantes y, especialmente, a “dos dirigentes de la CNT que incentivaron a través de la megafonía los sabotajes y el enfrentamiento físico”.
[artículo en Diagonal]
Y mientras la mayoría de los medios de (in)comunicación masiva continúan en su campaña de silenciamiento de la protesta y la represión -y de la suya propia, tras la ininterrumpida sucesión de despidos, ERES, coacciones, mala praxis, precariedad...-, los trabajadores de éstos y otros canales alternativos sufren la censura y el acoso policial -a veces en carne propia-, para limitar, obstaculizar o, directamente, impedirles ejercer en libertad y dignidad su derecho fundamental a la información. Y aunque la guardia pretoriana del régimen se dedique a la recopilación en video y a la fabricación de listas negras -en vez de desobedecer y "detener a los mayores chorizos, políticos y banqueros", según sus propias pancartas reivindicativas-, a pesar de todo eso y mucho más, la calle sigue activa y también está llena de ojos vigilantes:


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